El perro destructor, ¿nace o se hace?

En este post te expondremos todo lo que debes conocer sobre «el perro destructor» y como paliar este comportamiento desde que son cachorros.

Uno de los problemas más frecuentes con el que tienen que lidiar muchos dueños de perros es la destrucción del hogar por parte de su mascota. Los perros pueden destrozar muebles, zapatos y otros objetos de la casa acostumbran a ser los que tienen más posibilidades de acabar en la consulta de un profesional en educación canina.

Para resolver este grave problema, debemos comprender el motivo de esta conducta, para, de este modo poder dirigirla o bien solucionarla.

¿Por qué los perros rompen todo?

Cuando tenemos un perro «destrozón» lo primero que debemos hacer es valorar la situación para averiguar qué le pasa. No es lo mismo que suceda en un cachorro que en un perro adulto.

Hay muchos motivos que pueden derivar en este comportamiento; la edad, el entorno, la rutina diaria, e incluso la raza del perro son aspectos que debemosconsiderar para comprender el motivo.

Para entender mejor el comportamiento de nuestro perro podemos ponernos en su lugar. Pensemos en cómo actuamos en algunos aspectos de nuestra vida.

La boca, arma de destrucción masiva

¿Qué hacemos en casa cuando estamos inquietos, aburridos o no sabemos qué hacer? La mayoría de nosotros nos movemos por toda la casa, cogiendo alguna cosa, tocando diversos objetos, casi siempre con nuestras manos. ¿Y cuándo nos sentimos incómodos en la consulta del médico? Cogemos revistas viejas que hay en la sala de espera y pasamos las páginas sin ton ni son. También usamos nuestras manos.

Puesto que los perros no tienen manos. Sus patas no son capaces de sujetar nada pero sí su boca. Por consiguiente, todo lo que hacemos con nuestras manos ellos lo hacen con su boca. Y la boca tiene dientes, capaces de romper, y desgarrar.

Cuando nuestro cánido agarra algo con la boca, no lo hace con la finalidad de destruirla, mas la masticación es una conducta totalmente normal en un perro. Todos los perros precisan, a diario, ejercer una serie de conductas perrunas como correr, explorar, mordisquear objetos, escarbar, y también interactuar con otros perros y personas. Si no tienen la oportunidad de desarrollar esas actividades de una forma natural en un ambiente conveniente, lo harán en el lugar donde estén confinados. Los canes que pasan un buen tiempo solos en casa o bien no hacen suficiente ejercicio fuera, son los más propensos para desarrollar un comportamiento destructivo.

El cachorro destructor

Todos los cachorros, cuando no duermen se dedican a jugar, a comer y a masticar. En consecuencia, es muy normal que cuando son pequeños lleguen a destrozar algo en nuestro hogar. Del mismo modo que los niños quieren tocar y coger con sus manos cualquier objeto que esté a su alcance, los perros usan su boca para investigar. Los niños emplean las manos: cogen cualquier objeto de la casa y lo manipulan para aprender sobre él. Los cachorros hacen investigaciones parecidas utilizando su boca y dientes.

Además, a lo largo del proceso del cambio de dientes, que acostumbra a acontecer entre los 3 y los 6 meses de edad -conforme la raza-, el cachorro suele tener un impulso incontrolable de masticar para aliviar el dolor que produce en sus encías la salida de los dientes permanentes. La acción de masticar libera las hormonas endorfinas, una sustancia química que atenúa el dolor, y que puede llegar a ser casi adictiva. Es por eso, que aún tras el cambio de dentadura, muchos perros prosiguen con su actividad masticatoria cuando se aburren o están agobiados.

No nos extrañamos y nos parece bien que el can se divierta mordiendo su hueso o sus juguetes. El problema surge cuando lo que mastica son nuestras pertenencias. Solemos decir que es un perro malo y no nos paramos a pensar que tal vez, lo que pasa es que el animal no puede llegar a discriminar lo que para nosotros es admisible masticar y lo que no. Y en muchas ocasiones, la culpa de esta confusión es nuestra. El ejemplo más usual es el de «la zapatilla vieja»

El problema de la zapatilla vieja

Es típico que muchos dueños de perros le den a su cachorro un zapato o una zapatilla vieja para jugar. De cualquier modo suele ser lo que más atrae al perro y cuando se la lleva a su rincón a mordisquear nos deja al fin en paz.

Los zapatos o zapatillas son objetos en muchas ocasiones perseguidos por el cachorro cuando están en los pies de su dueño: se mueven, siempre por el suelo y tienen olores muy, muy diferentes. Cuando ya al fin en algún descuido, el cachorro logra llevársela a la boca y romperla, terminamos dándosela como juguete. Ese es el enorme error. El can no puede diferenciar después lo que es una zapatilla vieja o un zapato costoso. Sonreímos cuando mastica la zapatilla que le hemos regalado pero nos enfadamos mucho al ver que ha destrozado nuestros zapatos recién comprados.

Pensamos que los perros conocen el precio o el valor de las cosas. Para el cánido un zapato es un zapato, y si le hemos demostrado que mordisquear una zapatilla vieja está bien, para él, todos los objetos que calzan nuestros pies, se mueven por el suelo y huelen a nosotros son apropiados para morder.

Este problema se puede trasladar a el calcetín roto con el que jugamos a tirar y aflojar o bien la manta de su cama que le dejamos mordisquear. Son objetos de tela que le dejamos morder y que el animal generaliza con otros parecidos como un cojín, el sofá o la cortina que se mueve por la corriente de aire.

El perro adulto destructor: un problema más grave

Si los estropicios en el hogar comienzan a generarse en perros de más de un año de edad, el inconveniente acostumbra a ser más complicado de solventar y muy frecuentemente está provocado por un desorden psicológico en el perro, el llamado síndrome de ansiedad por separación.

La ansiedad por separación es uno de los inconvenientes más habituales en perros adultos que acostumbran a ser muy dependientes de sus dueños y desgraciadamente, es una nosología poco comprendida por los dueños.

Bastantes personas piensan que su mascota ha destrozado sus posesiones como venganza por haberlo dejado solo. Y además de esto, como el perro parece poner cara de culpable cuando llega su amo, no tienen ninguna duda sobre esta teoría. Pero no es de esta forma. Se trata de un desarreglo psicológico que hace que el can sienta miedo al abandono, lo que le causa agobio y ansiedad.

Cuando el dueño se va, el perro deambula por la casa y se aproxima a aquellos objetos que están a su alcance y que huelen a su dueño para sentirse reconfortado. Como ya hemos dicho antes, la forma más frecuente que tienen los perros para quitarse la tensión es masticar y por esa razón, cuando el animal coge con su boca un objeto con olor a su dueño, y se lo lleva consigo para sosegarse, comienza la acción de masticación.

Las cosas a las que generalmente se acerca más un perro en los casos de ansiedad son los que desprenden olor de su dueño, y suelen ser objetos como ropa, zapatos, cojines del sillón, el sofá -que aunque se laven siempre mantienen el olor-; y otros como móviles, mandos a distancia de la TV, libros y todo género de cosas que nunca llegan a lavarse pero son muy manipuladas por el dueño. Es una de las causas por las que mucha gente piensa que el cánido ha actuado como venganza.

Es importante distinguir si el comportamiento destructor del perro está causado por un desorden psicológico como la ansiedad por separación, o es sencillamente una conducta reforzada por la exploración y masticación que éste precisa y que, cuando se queda solo, sabe que no va a ser reprendido mientras que actúa.

Por norma general, el síndrome de ansiedad por separación va acompañado de otros síntomas como ladridos persistentes, orinar y evacuar en la casa, rascado de puertas y paredes, etcétera. Y la «cara de culpabilidad» del perro que bastante gente ve es sencillamente una asociación de la situación que suele repetirse varias veces, estropicios en el hogar más llegada de los dueños igual a bronca segura.

Otra de las causas por las un cánido adulto pueda llegar a convertirse en destructor es la creencia que los perros adultos tienen unas necesidades físicas y de juego mucho menores que los cachorros. Es un error. Todos y cada uno de los perros necesitan descargar la energía y el estrés amontonado por estar en lugares cerrados y frecuentemente solos. Y si bien el inconveniente de la destrucción del hogar puede protagonizarla cualquier perro sea adulto o cachorro, existen algunas razas mucho más predispuestas a coger cosas con la boca y por tanto peligrosamente «destructivas»

En definitiva, muchas veces, el perro destructor nace, sea porque es de una determinada raza que le predispone a ello, porque simplemente es un perro nervioso, o por el hecho de que padece algún trastorno psicológico. También, a veces se hace por circunstancias externas o quizá por algún fallo en su educación. De cualquier forma debemos tener en cuenta que ningún perro desea romper cosas para fastidiar. La causa seguro que es otra.

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