La terapia con animales en residencias de ancianos es un método pionero en los últimos años. Al fin y al cabo, llegar a la vejez y acabar tus días fuera de casa, no debe ser fácil de asimilar. Las residencias de ancianos han evolucionado mucho, son centros modernos, pensados para garantizar el bienestar y la calidad de vida de los residentes. Sin embargo, debe ser muy duro dejar tu hogar; tu sofá, el colchón en el que has soñado durante años, o a los vecinos de siempre. Igual, o más complicado, tiene que resultar separarte de tu perro o gato; tu compañero y fiel amigo. El que te acompaña, te hace sentir útil y no deja que te sientas solo.
Por desgracia, cada año, muchas personas mayores que ingresan en las residencias, tienen que separarse de su amigo de cuatro patas. En muchos centros geriátricos incluyen terapia asistida con animales. Varios días a la semana, acude un profesional con un perro. El objetivo es motivar a los ancianos para que hagan ejercicio físico, sonrían, o se relacionen. Esta iniciativa es estupenda y hace años era impensable.
La razón es que se consideraba a los animales como una fuente de enfermedades y había miedo a posibles accidentes e imprevistos: caídas, agresiones o rechazo por parte de los ancianos a la presencia del animal. Con el tiempo y la experiencia, se ha comprobado que estos miedos y reticencias, no se ajustan a la realidad y que la terapia con animales aporta muchos beneficios a los mayores. Incluso se están aplicando en hospitales con enfermos graves.
Es curioso que, aunque está aceptada la terapia con animales en muchas residencias españolas, no hay permisividad a la hora de aceptar animales de forma privada. Es decir, si una persona tiene un perro o un gato, no puede vivir con él en el centro. Ninguna residencia de ancianos pública española admite animales de esta manera. Sólo los centros privados, y muy pocos, ofrecen la posibilidad de que el anciano viva con su mascota.
Europa nos lleva ventaja
La Asociación Defensa Derecho Animal (ADDA) está llevando a cabo un estudio sobre los geriátricos que admiten animales de forma privada y comentan que una de las variables que se repite, además de la escasez de centros que recogen esta modalidad, es el hecho de que al director/a de la residencia le gustan los animales y también comparte su vida con ellos.
Una vez más, el resto de Europa, nos lleva una ventaja considerable en cuanto a avances sociales con respecto a los animales. Las residencias europeas son muy permisivas en este sentido. En España, sólo estamos al inicio del camino. Hemos comenzado a aceptarlos en residencias privadas.
Prioridades
A un anciano le aporta más calidad de vida y felicidad tener a su perro o gato en la residencia, que la televisión, un buen baño, cien metros cuadrados más de jardín o una sala de bingo.
No hay que olvidar, que un porcentaje de los animales que ingresan en los albergues cada año, lo hacen, porque no son admitidos en las residencias de ancianos con sus dueños. Así que, se genera infelicidad por doble partida. Un mayor que queda desconsolado y solo y un animal traumatizado por la separación de su compañero humano.
Por el bien de todos, ojalá, que la sociedad, la Administración y los propios geriátricos comprendan que un anciano y un animal forman un tándem ideal. Los mayores con un compañero de cuatro patas están menos solos, son más felices, más sanos y se relacionan mejor con su entorno.
Si hay que hacer inversiones para cambiar y mejorar el sistema geriátrico español, uno de los factores fundamentales a tener en cuenta debería de ser la adaptación de instalaciones y mentalidades a la permisividad, con el ingreso de los animales y con los dueños que lo soliciten.