Tener el mejor perro de compañía según nuestras características personales y las suyas no es tarea fácil.
La evolución en nuestro conocimiento del comportamiento animal y los derechos que les amparan han cambiado y, por suerte, el modo en que vemos y tratamos a los perros de un tiempo a esta parte. Es un largo camino que empieza con un gesto tan sencillo en apariencia como elegir un cachorro.
Las preguntas que debes hacerte antes de tener un perro de compañía
Hoy todo propietario debe adquirir información sobre aspectos tan dispares como el comportamiento espontáneo del perro como especie, socialización del cachorro, aprendizaje de la jerarquía, comportamientos agresivos, sumisión, marcado territorial, instinto e inteligencia, educación sin castigos y hasta ser terapeuta para enfrentarse a problemas de comportamiento. Comienza tu aventura sin equivocarte.
Escoger un cachorro y que resulte un buen perro es, en la mayoría de los casos, cuestión de suerte, pues se hace sin preparación y conocimientos previos, por lo que la mejor medida es no precipitarse en la lección y desde luego huir de criterios sentimentales.
Bajo ningún concepto deberíamos llevar a casa un perro menor de ocho semanas de vida, por mucha ternura que nos inspire, e incluso sería preferible esperar a que tuviese los tres meses cumplidos.
Es importante para su desarrollo físico y psíquico que permanezca junto a su madre y hermanos el mayor tiempo posible. Es una época en que descubre el mundo en compañía de los suyos y aprende su «oficio de perro».
Suele ser uno de los factores determinantes pero en el momento de elegir cachorro no te dejes llevar por impulsos emocionales, el perro que escojas convivirá contigo durante una docena de años.
Muchos propietarios se inclinan por el que más llora, ya que despiertan en ellos la compasión; generalmente cometen un error.
Debes optar siempre por el animal más saludable, amistoso y abierto de carácter.
La convivencia satisfactoria y pacífica con un perro de compañía exige que su carácter y el tuyo sean compatibles.
También, siendo materialistas, debes tener en cuenta que un perro cuesta dinero y tendrás que hacer frente a muchos gastos. Estos gastos serían la alimentación, las vacunas, los cuidados veterinarios y los utensilios esenciales como correa, arnés, collar, cama, juguetes, etc. En muchos casos la peluquería, a la que periódicamente debe someterse el animal, es un gasto añadido a su tenencia. Valora si estos gastos pueden afectar a tu presupuesto, porque son una ineludible obligación del propietario de una mascota.
Tener un perro no es un derecho, es un lujo, un lujo que impone obligaciones que conducen a ofrecer al animal el bienestar que precisa.
Un perro de compañía en tu vida implicará cambios
Tu estilo de vida puede verse afectado por la posesión de un acompañante canino y eso a mucha gente no le agrada, dando como resultado un perro mal atendido e incluso el abandono.
Un perro desea estar involucrado en todos los aspectos de tu vida, te seguirá de habitación en habitación y requerirá tu atención con sollozos o ladridos si considera que no estás prestando toda la atención que se merece, y te aseguro que todos los perros piensan que ellos son el centro del mundo.
Si el perro tiene que estar muchas horas solo es preferible renunciar a su posesión. Son animales sociales que soportan muy mal la soledad.
Un perro que dejamos solo todo el día acaba desarrollando conductas inadecuadas, depresión y estados psicóticos. Un perro que dejamos solo es siempre un animal triste.
Si viajamos con frecuencia tendremos que contar con la necesidad de llevarlo o en caso contrario dejarlo en una residencia. La residencias son caras, por lo que debemos preguntarnos si estamos dispuestos a realizar ese desembolso.
Valora si los gastos que te va a ocasionar pueden afectar a tu presupuesto, porque son una ineludible obligación del propietario de una mascota.
Antes de llevar un cachorro a casa tendremos en cuenta los intereses y necesidades del animal por encima de nuestro interés personal. El egoísmo es mal principio para entablar una relación con un ser vivo que va a depender de nosotros para todo y con el que, por consiguiente, deberemos ser desinteresados.
Según una encuesta realizada la llegada de un perro al hogar cambió los hábitos familiares en ocho de cada diez familias.
Cuestiones básicas
Hay dos cuestiones que inquietan a la mayoría de los futuros propietarios, dos preguntas que probablemente tú también te estés haciendo ahora: ¿macho o hembra?, ¿pelo largo o corto? Por suerte es fácil responder ambas.
Hasta hace poco muchos rechazaban las hembras pensando en el engorro que suponen los dos celos anuales en que las pérdidas vaginales ensucian la casa y en que en los paseos diarios por la calle nos podemos encontrar perseguidos por cualquier perro «enamorado» de nuestra perrita. Todo ello sin contar con el peligro de convertirnos inesperadamente en propietarios de una manada de cachorritos que no deseábamos. Hoy, cuando sabemos que la esterilización es esencial para la calidad de vida de la perra, estos temores deben descartarse.
La elección del sexo debe venir dada por otros factores. Los machos son generalmente más agresivos e impetuoso, marcan el territorio con la orina y con frecuencia son también más desobedientes. Las hembras son más dóciles, obedientes, hogareñas y cariñosas.
Con la edad ambos presentan problemas de salud, el macho puede padecer tumores de próstata y la hembra tumores de mamas, de útero o embarazos psicológicos.
Los perros con el pelo largo tiene sus inconvenientes, necesita lavados frecuentes, se enreda, hay que peinarlo, cepillarlo, desenredarlo y suele provocar más reacciones alérgicas que los canes de pelo corto. Por su parte, el pelo corto es de más fácil mantenimiento, pero durante los periodos de muda se clavan en la ropa y los sofás y resulta más difícil eliminarlos que los pelos largos.
Un perro con carácter compatible al tuyo
La convivencia satisfactoria y pacífica con un perro de compañía exige que su carácter y el tuyo sean compatibles. Algo tan elemental es olvidado sistemáticamente por miles de propietarios, que adquieren un perro sin atender a ese factor tan importante. Vamos a convivir con el perro de 10 a 12 años (incluso más) por lo que nuestros temperamentos deben ser compatibles si no queremos terminar mal de los nervios.
Si somos tímidos o introvertidos buscaremos un perro con un buen temperamento, ya que la virtud de su carácter que más nos agrada será su seguridad.
Si nos mostramos muy autoritarios nos inclinaremos por una raza más equilibrada, que tienen un innato sentido de la obediencia.
Las personas muy seguras de sí mismas deben preferir la razas de pastoreo que por su inteligencia se dejan adiestrar fácilmente y entablan una relación muy gratificante con el propietario.
Los nerviosos, huir de los Terriers, que son dinamita.
En definitiva, estudiar y conocer el carácter de la raza antes de su elección da buenos resultados y evita futuras confrontaciones y desengaños.
Dependiendo del espacio y el tiempo
Las diferencias de tamaño entre unas y otras razas de perros es notable. Estas diferencias no solamente atañen a la morfología, también al desarrollo de modelos de comportamiento, el temperamento presenta una alta variabilidad ligada a la talla.
Aunque todos los perros pertenezcan a una especie única cada raza tiene necesidades y comportamientos específicos que es necesario conocer y respetar.
Llegados a este punto conviene valorar dos aspectos que suelen pasar por alto los futuros propietarios: el espacio y el tiempo.
Y no me refiero solo del espacio del que debo disponer en la casa sino también al espacio externo, en el que el perro pueda gastar diariamente sus energías. Las horas de ejercicio varían en función del tamaño, edad y raza.
Si habitas un barrio sin parques, el perro por su seguridad hará un paseo atado, para algunos perros pequeños y tranquilos puede bastar con un paseo por la acera, pero los de mayor talla o más enérgicos necesitan un mínimo de horas diarias de carreras y juegos. Si esta necesidad de ejercicio no es satisfecha el perro desarrolla conductas enfermizas, puede volverse ese perro nervioso y destructivo o, por el contrario, convertirse en un animal abúlico y obeso. El perro precisa del espacio en el que pueda moverse con libertad. Y proporcionar al perro el espacio de libertad que necesita para mantenerse sano te va a exigir la dedicación de una parte de tu tiempo.
Los perros más dinámicos son verdaderos ciclones de actividad, precisan interactuar con el propietario, a diario tienes que jugar con tu perro, no solo conducirlo con la correa durante el paseo.
Parte de tu horario diario deberá estar dedicado al cuidado del aniamal. La mayoría de los perros necesita poco espacio dentro del hogar, si exceptuamos a la razas muy grandes, todos pueden convivir con la familia en una vivienda de tipo medio.
El espacio que un perro necesita dentro del hogar, siendo importante, admite más matices. Cuando nada llama su atención el perro pasa el tiempo dormitando y así se comportan la mayoría de los perros en el hogar. No obstante, es conveniente tomar en consideración las necesidades ecológicas de cada raza, pues pueden ser muy determinantes en la convivencia. Con el mismo peso corporal un perro delgado y largo como el Galgo necesita más espacio que otro robusto y corto como un bulldog inglés.
Huye de las modas
Por último y aunque es cierto que en los últimos años cada vez se compran menos perros a favor de la adopción conviene recordar que no podemos dejarnos guiar nunca por la moda a la hora de elegir un compañero. Y es que, en efecto, también con los perros hay modas.
La moda está íntimamente ligada a la propensión psicológica a la imitación, que es una de las características del carácter humano. La imitación es una herencia psicológica que nace de la necesidad de sentirse parte de un grupo. La imitación proporciona al individuo la tranquilidad de no sentirse diferente, de participar en algo que se supone bueno porque se comparte con otros.
Gracias a la moda se ahorra el futuro propietario del tormento de decidir por sí mismo qué perro le conviene, de informarse, investigar y averiguar si tal raza de perro es la apropiada para su familia y se adaptará a sus circunstancias personales.
En tanto que el comportamiento razonable sería decantarnos por un perro tras un minucioso análisis de nuestras posibilidades y circunstancias personales, el que elige un perro por moda lo hace porque los otros obran así. La moda es imitación y por ello tantas veces es generadora de fracaso y frustración.
El resultado inevitable es que una raza canina, tras el estallido inicial que la lleva a ponerse de moda y es compartida por miles de aficionados, empieza a producir desengaño, surgen las primeras voces críticas con ella y finalmente el rechazo, deja de estar de moda porque es sustituida por otra en un proceso igual de irracional.
Lo que no comprenden quienes se encuentran en esa tesitura de rechazo es que la raza canina es en todo ajena a la situación, no es buena o mala según el nivel de satisfacción personal que proporciona. La culpa es de quien adquirió un perro por moda, porque es el que más veía en la televisión o en la calle y eso le pareció razón suficiente para acreditar su calidad. La moda nos iguala socialmente, pero nos aniquila individualmente. Nada desacredita más a una raza que el hecho de que se ponga de moda, sencillamente porque para abastecer la alta demanda de cachorros se generaliza una cría sin criterios que no respeta estándares de calidad y bienestar animal.
Por tanto, una regla de oro es no elegir nunca un perro de compañía porque su raza esté de moda.